Hasta hace unas semanas los Estados Unidos eran el centro de la lucha
de los pueblos originarios contra la infraestructura petrolera. Sin
embargo, por estos días México vive un panorama similar con el proyecto
de construcción del gasoducto Tuxpan-Tula que se pretende construir en la sierra norte del estado de Puebla.
La construcción de este oleoducto implicaría atravesar 260 kilómetros de un tubo de un metro de diámetro en un territorio donde habita el 10 por ciento de la flora y fauna mexicana. Pero eso no es todo, sino que el proyecto liderado por la compañía TransCanada afectaría territorios sagrados del pueblo indígena otomí, originario del centro de México.
Los representantes del pueblo otomí han denunciado que la trayectoria
del gasoducto atravesaría el Cerro del Brujo, ubicado en la comunidad
de San Pablito. Este lugar contiene a los principales manantiales de
agua que sirven de fuente para los pueblos indígenas del centro de
México.