
Hace unos años, la mayor eléctrica española, Iberdrola, realizó un enorme esfuerzo propagandístico, un profundo lavado de cara, para presentarse como una empresa verde. La eléctrica de las tres hojitas se esforzaba en asociar su imagen a la de “energía verde” y en vender su eslogan de “queremos ser tu energía”.
Desde Greenpeace ya advertimos en su momento que, aunque era cierto que Iberdrola estaba invirtiendo en energías renovables y llegó a ser el mayor promotor eólico mundial, la realidad era que la mayor parte de las inversiones realizadas por la empresa seguían destinándose a energías sucias.
Iberdrola, además de ser la mayor propietaria de centrales nucleares de nuestro país, y de quemar carbón en varias centrales térmicas, se embarcó en una desaforada ola de construcción de centrales térmicas de gas, los llamados “ciclos combinados”, que han dado lugar a una auténtica “burbuja de gas”. Como resultado, ahora en España tenemos muchas más centrales generadoras de electricidad de las que se necesitan, y como no todas pueden estar funcionando siempre porque no hay tanto consumo de electricidad, muchas de ellas se quedan paradas sin que las compañías eléctricas las puedan rentabilizar.