Aunque solamente cinco países de la Unión Europea permiten el cultivo de organismos genéticamente modificados, las empresas de biotecnología y sus aliados no cesan de presionar. Tampoco lo harán los activistas, advierten desde la península.
Se acerca el tiempo de sembrar en Italia, y mientras los promotores de los transgénicos preparan sus semillas y sus pleitos judiciales para lograrlo, los activistas comienzan con las acciones de resistencia en defensa de las tierras: ocupaciones de instituciones y campañas públicas son los primeros pasos, aunque no los únicos que se han dado en el país de la bota.
Un
centenar de activistas de los centros sociales de diferentes regiones
de Italia ocuparon, el pasado 20 de marzo, la sede de la Autoridad
Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en Parma. Con esta iniciativa,
se dice en el comunicado difundido, “relanzamos públicamente una campaña
de conflicto abierto y directo en contra de la introducción de los OGM
(Organismos Genéticamente Modificados) en Italia y Europa. Centros
sociales, ambientalistas, activistas, agricultores, muchos nos estamos
organizando con la digna rabia que anima a los campesinos desde América del Sur hasta la India, a lascomunidades rurales de todo el mundo que conforman la Vía Campesina, a los fauchers franceses que rechazaron a Monsanto y lo echaron de sus tierras. Los cultivos OGM, así como la agroindustria, ejercen una violencia sobre la agricultura, el medio ambiente y nuestros cuerpos, que ya no podemos aceptar”.