De pie en lo alto del cerro desde donde se divisa su granja en la California Central, a la viuda Teri McCall todas las cosas le recuerdan a su marido. Allí, en lo alto, es donde se casaron en 1975 – dos hippies, como ella dice de sí mismos, que sabían más de surf que de cultivar una granja. Y allí, entre limoneros, aguacates y naranjos, Jack construyó la casa de 75 metros cuadrados, un veterano de la guerra de Vietnam, y donde tuvieron dos hijos y una hija. Colocaron paneles solares para abastecer el sistema de riego de la finca.
Y abajo, en el valle fue donde finalmente se asentaron en una casa centenaria. Jack instaló una vidriera con un corazón y unas flores en la puerta principal.
“Literalmente, no hay momento del día en el que no me acuerde de él. Resulta algo difícil de asimilar, que nunca más pueda volver a verle”, dice McCall, mientras paseo con ella entre los huertos en esta mañana soleada de primavera