Una serie de estudios recientes reveló que la incorrecta medicación (y los errores por parte de los médicos) son la tercera causa de muerte en los EEUU, después de los ya conocidos problemas cardiovasculares y del cáncer.
¿Una mala costumbre?
En nuestro país todavía perdura la costumbre de que solo con que alguien diga que tiene determinada dolencia, de inmediato su familiar, amigo, vecino o alguien que pasa por ahí y oye la conversación, le explique que debe tomar tal o cual medicamento, porque a quien lo recomienda le ha dado excelentes resultados.
Y allá se va el dolido camino de la farmacia con el fin de adquirir la pastilla o el jarabe milagroso que cambiará su vida y le devolverá la salud como por arte de magia. Si la dolencia no se considera grave, la última alternativa suele ser consultar a un médico.
También se recurre al consejo del farmacéutico que en general es una persona preparada y con estudios que avalan su opinión, pero que en realidad está detrás del mostrador de su negocio con un objetivo muy claro que es vender, ya sea una u otra opción.